martes, 27 de mayo de 2008

3. Contexto

El interior de cada persona es un mundo. Regido por sus propias leyes, en las que no siempre el que manda es el dueño del cuerpo. De hecho quizá el cuerpo sea el dueño del alma, por lo menos sabemos que es su carcelero. No me refiero al cuerpo como un todo sino al conjunto de partes que lo forman. Todo es divisible, todo es parte y todo es todo. Esto explicaría en parte los viajes que ya formaban parte de su vida -si es que era su vida y no la los átomos que formaban todo su cuerpo- y que le dirigían de una manera que él desconocía.

Una brisa fresca le despertó de sus reflexiones. El suelo era mullido, no los duros trozos de barro cocido que esperaba encontrarse. Un aroma a frescor, tomillo y paz le rodeaba. Estaba amaneciendo, no había apenas luz para situarse pero él no hubiera necesitado abrir los ojos para saber donde se encontraba. Ya había estado allí muchas veces. No tenía mucho sentido, ya que dentro de sus habilidades no se encontraba el realizar un viaje de cientos de kilómetros teletransportándose, pero el caso es que estaba allí. Disfrutó de un momento de paz, alejado de sus preocupaciones, ya que era lo que siempre hacía cuando iba a ese lugar de manera consciente, una razón más si además por alguna causa que todavía no alcanzaba a adivinar se encontraba allí.

El agua corría por el arroyo, lo hacía durante muy pocos meses, e incluso algunos años ni siquiera lo hacía, pero estábamos en marzo y las nieves del invierno todavía servían para alimentar la corriente. Era curioso que casi ni recordara qué verano fue el último que mojó sus pies en este río. También resultaba lógico, crecía y el río se había quedado pequeño para alguien de su edad, pero aunque no llevara agua, él siempre iba a visitarlo cada vez que volvía a la comarca.

Cogió aire y se recostó, todavía tenía sueño. Cuando abrió los ojos estaba en su habitación. Todo seguía igual, pero era un día más tarde. Amanecía entre rascacielos.

Tenía puesta la misma ropa de ayer, pero la parte de atrás de su camiseta estaba manchada de polvo naranja y mojada por el rocío, además, un olor a tomillo perfumaba la habitación. Había estado allí. En todas partes. Y una vez más todo era como una imagen onírica.

Después las dos experiencias vividas la noche anterior se sentía mucho mejor. Había recordado el origen de la última cicatriz de su corazón y había sentido la llamada de un amigo. Ese amigo no era humano, cosa que no le importaba, pues nunca había tenido especial cariño por la raza a la que pertenecía. Ese amigo no respondía, pero sabía escuchar y reconfortar. Ese amigo esperaba su visita. Hacía mucho tiempo que no compartían unos momentos juntos y por eso le había llamado. Él pensaba responder pronto a su llamada y estar plenamente consciente.


Contexto – Nueva Vulcano
Juego Entrópico, 2005. Bcore
Instrumental

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