Nunca sabemos del tiempo de que disponemos para las cosas importantes. Nunca sabemos si tendremos otra oportunidad si dejamos pasar ésta que se nos presenta. Podemos ser previsores o arriesgarnos, pero ninguna de las dos opciones nos asegurará nada, simplemente nos mostrará el tipo de persona que somos o hasta dónde estamos dispuestos a llegar.
Subió las escaleras trastabillándose, jadeando del esfuerzo y deseando ponerse en marcha. Cogió lo necesario para llegar al primero de sus destinos, donde reflexionaría sobre el siguiente de sus movimientos. Era necesario no olvidar nada, no tenía pensado volver pronto, ni debía, había llegado el momento. De repente se detuvo ante una foto que permanecía semioculta bajo una pila de ropa. La cogió y la observó con calma. Un pequeño suspiró surgió de su alma. Cómo habían cambiado las cosas. Cómo había cambiado él. Nada tenía que ver con aquel que era entonces, y le envidiaba. Dejó la foto en el mismo sitio donde la encontró. Se quitó la ropa y se metió en la ducha. Dejó que el agua recorriera todos sus poros sin moverse. Miraba hacia los dedos de sus pies cómo el líquido arrancaba todos y cada uno de sus pensamientos. Permanecía quieto, desnudo, sin toda esa ropa que le sobraba, vestido de convicción. Su corazón latía despacio y sentía como la sangre fluía por todo su cuerpo. Era una sensación maravillosa, sus lágrimas de felicidad se mezclaban con el agua que caía sobre él dándole el calor que necesitaba para seguir vivo. Escuchó un murmullo familiar, parecían graznidos de gaviotas...
Dejó atrás todos esos recuerdos, que se escurrieron por el desagüe. Hubiera seguido recordando para siempre, habría detenido el reloj en ese momento con el agua recorriendo su piel mientras recordaba todo aquello que le hizo sonreír por el mismo hecho de sonreír. Pero sería como seguir viviendo esta vida de mentira a la que estaba abocado. Sacudió su cabeza, miró al frente y salió por la puerta. Tenía que empezar un viaje.
Nueva Vulcano - Quiromancia
Principal Primera. BCore 2004
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